27 de diciembre de 2015

Una pregunta que ronda por mi mente...

Lo dicho, este año está siendo más duro de lo normal y no estoy teniendo tiempo para casi nada... Al ver que la última entrada era de Septiembre me ha dado hasta vergüenza. Espero que este año que entre me deje más libre para compartir mis pensamientos en este blog.

Ahora que es tiempo de paz, de amor y de reunión una simple charla con un amigo sobre la sucesora de mi Wii U (la desconocida pero atrayente NX) me ha inspirado a preguntarme varias cosas sobre el mundillo de los videojuegos.

¿Deben morir las consolas?. Ya sabemos que a la industria de los videojuegos (bueno, y en cualquier industria) lo único que le importa son los ingresos, justificar ingentes cantidades de dinero invertidas en un hardware para conseguir múltiples ganacias en forma de juegos, merchandising, DLC’s, etc… Una vez que se ha llevado gráficamente al límite una máquina se procede al abandono de la misma en beneficio de la siguiente, y vuelta a empezar el círculo vicioso. ¿Pero por qué cambiar de ciclo si la máquina actual sigue funcionando y con éxito? ¿Por qué obligar a los consumidores a cambiar de máquina cada vez que van cumpliendo los ciclos previstos?.

Quizás peco de excesivo coleccionismo pero la verdad es que no he tirado a la basura ninguna consola, ni siquiera mi ladrillo Game Boy con la pantalla pegada con pegamento. Incluso mantengo mi NES en casi perfecto estado (maldito reset). Sin embargo, y siendo sinceros, una máquina sin alimento nuevo de vez en cuando puede resultar aburrido. Que si, que el mercado de compra-venta es maravilloso pero una vez saciado el instinto retro…

Por suerte todavía hay amantes de los 8 y 16 bits que mantienen viva la llama de las llamadas segunda y tercera generación. Pero no me refiero a juegos como “Shovel Knight” o “Planet Freedom” (que, por otro lado, son de lo mejorcito de la nueva ola retro en videojuegos indie actuales) sino a obras que se van a publicar en el software original, esto es, en las propias NES, Megadrive o Super Nintendo. De entre estos se pueden ver dos vertientes: juegos que en su día no salieron a la luz y que se publican ahora y los juegos que se han creado desde cero.

Un buen ejemplo de los primeros es “Wonderland Dizzy” de los gemelos ingleses Oliver para NES. Se trata de la última aventura de la saga Dizzy, un huevo antropomórfico que protagonizó varios juegos para NES, Megadrive, Commodore 64, Game Gear, ZX Spectrum e incluso DOS. Nunca fue publicado y años después los gemelos han encontrado su código fuente de entre sus discos duros antiguos. En pleno siglo XXI se ha liberado su Rom y se ha creado un kickstarter para la publicación de un libro con toda la historia de los creadores ingleses.

De entre los juegos creados desde cero hay unos cuantos muy interesantes (de los que hablaré en sucesivas entradas) pero me voy a centrar en el que más me atrae, que no es otro que “Battle Kid”. Lanzado en 2010 y en formato físico para NES, es un juego cuya base es la del indie freeware para PC “I Wanna Be The Guy”. Con más de 500 habitaciones y una dificultad endiablada, se convierte en un frenético y ardiente reto para el jugón más experimentado. ¡¡Y tal fue su éxito que tiene secuela!!