Ahora que es tiempo de paz, de amor y de reunión una simple charla con un amigo sobre la sucesora de mi Wii U (la desconocida pero atrayente NX) me ha inspirado a preguntarme varias cosas sobre el mundillo de los videojuegos.
¿Deben morir las consolas?. Ya sabemos que a la industria de los
videojuegos (bueno, y en cualquier industria) lo único que le importa son los ingresos, justificar
ingentes cantidades de dinero invertidas en un hardware para conseguir
múltiples ganacias en forma de juegos, merchandising, DLC’s, etc… Una vez que
se ha llevado gráficamente al límite una máquina se procede al abandono de la
misma en beneficio de la siguiente, y vuelta a empezar el círculo vicioso. ¿Pero
por qué cambiar de ciclo si la máquina actual sigue funcionando y con éxito?
¿Por qué obligar a los consumidores a cambiar de máquina cada vez que van cumpliendo
los ciclos previstos?.
Quizás peco de excesivo
coleccionismo pero la verdad es que no he tirado a la basura ninguna consola,
ni siquiera mi ladrillo Game Boy con la pantalla pegada con pegamento. Incluso
mantengo mi NES en casi perfecto estado (maldito reset). Sin embargo, y siendo
sinceros, una máquina sin alimento nuevo de vez en cuando puede resultar aburrido.
Que si, que el mercado de compra-venta es maravilloso pero una vez saciado el
instinto retro…
Por suerte todavía hay amantes de
los 8 y 16 bits que mantienen viva la llama de las llamadas segunda y tercera
generación. Pero no me refiero a juegos como “Shovel Knight” o “Planet
Freedom” (que, por otro lado, son de lo mejorcito de la nueva ola retro en
videojuegos indie actuales) sino a obras que se van a publicar en el software
original, esto es, en las propias NES, Megadrive o Super Nintendo. De entre
estos se pueden ver dos vertientes: juegos que en su día no salieron a la luz y
que se publican ahora y los juegos que se han creado desde cero.
Un buen ejemplo de los primeros
es “Wonderland Dizzy” de los gemelos ingleses
Oliver para NES. Se trata de la última aventura de la saga Dizzy, un huevo
antropomórfico que protagonizó varios juegos para NES, Megadrive, Commodore 64,
Game Gear, ZX Spectrum e incluso DOS. Nunca fue publicado y años después los
gemelos han encontrado su código fuente de entre sus discos duros antiguos. En
pleno siglo XXI se ha liberado su Rom y se ha creado un kickstarter para la
publicación de un libro con toda la historia de los creadores ingleses.
De entre los juegos creados desde
cero hay unos cuantos muy interesantes (de los que hablaré en sucesivas
entradas) pero me voy a centrar en el que más me atrae, que no es otro que “Battle
Kid”. Lanzado en 2010 y en formato físico para NES, es un juego cuya base es la
del indie freeware para PC “I Wanna Be
The Guy”. Con más de 500 habitaciones y una dificultad endiablada, se
convierte en un frenético y ardiente reto para el jugón más experimentado. ¡¡Y
tal fue su éxito que tiene secuela!!